Pedro Bártolo nació en Portugal y juega al baloncesto en silla de ruedas desde los 16 años. Lo que originalmente comenzó como un hobby, pronto se convirtió en su pasión. A la edad de 22 años, Bártolo decidió mudarse a España para practicar este deporte. Allí tuvo mejores posibilidades en el baloncesto en silla de ruedas porque en su país natal se estigmatizaba fuertemente la discapacidad.
En España, estuvo dos temporadas en el Club Mideba Extremadura, antes de que Bártolo jugara en el BSR Valladolid y en el Basketmi Ferrol durante una temporada cada uno. Pero no tenía un hogar, y la distancia a su familia y a su novia también hizo que el joven sótano de la silla de ruedas sufriera. Así que después de cuatro años regresó a Portugal. Sin embargo, de allí viajaba semanalmente de jueves a domingo a Ferrol, en España, para seguir jugando con los Basketmies en la segunda liga. “Son 700 km a la semana en el coche, pero quiero mantener mi alto nivel como jugador”, explica Bártolo.
Se necesita mucho trabajo para el baloncesto en silla de ruedas en Portugal
Pero también en Portugal, el baloncesto en silla de ruedas se ha vuelto mucho más atractivo durante sus cuatro años de ausencia. Para Pedro Bártolo hay dos razones para ello. “El baloncesto en silla de ruedas es el vínculo con la asociación de baloncesto peatonal del país y como tal recibe un gran apoyo económico para permitir participar en los partidos de la selección”, explica. “Una segunda razón es el hecho de que nuestra asociación está entrenando ahora a árbitros, organizadores y entrenadores. Este es un gran avance para el baloncesto en silla de ruedas en Portugal.
Para impulsar aún más el deporte del baloncesto en silla de ruedas en su país de origen, Bártolo pone mucho empeño y alma en su trabajo para la Federación Portuguesa de Baloncesto. Además, ha fundado su primer club de baloncesto en silla de ruedas en su ciudad natal, Gaia: “Todavía tenemos solo a algunos jugadores, pero el proyecto está creciendo de forma constante y estoy orgulloso de los progresos”, dice Bártolo con entusiasmo.
Como él mismo entrena al equipo, el joven de 28 años también se ocupa de los entrenamientos y de la preparación de los torneos, y organiza reuniones con centros de rehabilitación y escuelas para que los nuevos jugadores se interesen por el deporte. “También he creado un sitio web en la red que informa sobre la selección portuguesa y el baloncesto en silla de ruedas en general”, explica el joven de 28 años. Su objetivo es también obtener una licencia de entrenador que le permita entrenar a la primera división.
No tiene mucho tiempo para el ocio. En lugar de leer, salir o ir al cine, todo gira en torno al baloncesto en silla de ruedas. “El siguiente paso es que los clubes cambien su forma de pensar. Nuestra temporada es muy corta y la asociación debería permitir a los equipos entrenar más a menudo y tener más partidos. Actualmente, casi todos los equipos sólo entrenan dos veces por semana y con esta baja intensidad de entrenamiento es simplemente imposible mejorar y competir con otros”, dice Bártolo, describiendo el problema. “Afortunadamente, los jugadores están ahora tomando la iniciativa y entrenando de forma independiente en los gimnasios o perfeccionando su técnica de juego individual.
Pedro Bártolo no pierde la esperanza
Sin embargo, los portugueses están muy lejos del baloncesto profesional en silla de ruedas. Sobre todo porque los mejores jugadores portugueses tienen que abandonar el país si quieren ser vistos como atletas profesionales – como lo hizo Pedro Bártolo. Pero a diferencia de él, la mayoría de ellos nunca regresan a Portugal.
También dijo que el alcance de los clubes de baloncesto en silla de ruedas y el reconocimiento de la discapacidad eran temas difíciles en Portugal. “Sufre de la realidad de que todavía estamos condenados por la sociedad. Hablan de integración e igualdad, pero las personas con discapacidad siguen viviendo en una burbuja”, explica la joven de 28 años. Sin embargo, no pierde la esperanza en el baloncesto en silla de ruedas en Portugal. “En mi opinión, se necesita una revolución fundamental. Hay que empezar a separar la rehabilitación, el deporte popular, la competición y la competición de calidad. Entonces, en diez años, podremos alcanzar un nivel de excelencia cercano al profesional”.
Texto: Jana Rudolf & Nicole Schultz | Traducción: Nicole Schultz | Foto: Pedro MF Mestr AMMAAgazine